El olvido

octubre 22, 2018



La mayoría de mi vida estuve en hospitales y clínicas, hospitalizada, la arritmia cardíaca, el asma, las defensas bajas y demás anotaciones hechas a lo largo de mi infancia y adolescencia, se resumían en un cuadro clínico complejo. 

Cuando tenía 12 años la encefalitis equina llegó a Colombia y obviamente a mi vida.
Estuve 2 meses enferma y por último quedé sumida en un profundo sueño por dos días al punto que en casa pensaron que estaba muerta 
Cuando desperté estaba en el hospital, rodeada de gente extraña, habían traído un medicamento desde España y fui el conejillo de indias.
Entonces había olvidado más de la mitad de mis recuerdos, nombres, lugares, personas, sabores, el olvido vino como una bendición, siempre he sido una persona que piensa más de la cuenta en todo, me sentí otra persona, como si tuviese el poder de reescribir mi historia, le pedí a mi mamá que me dejara cortarme el cabello y extrañamente aceptó, hasta dejó que cambiara el color de cabello por primera vez en la vida (cosa que se volvió una costumbre) 
Era otra y todos me lo decían, estaba en 8 de secundaria en un internado femenino administrado por  monjas.
Inicié mi negocio de cartas de Amor a domicilio, mis compañeras me pagaban 2000 mil pesos por hacerles cartas decoradas a sus novios y hacérselas llegar, el proceso era sencillo. (En ese momento no teníamos acceso a teléfonos celulares)
Tenía una reunión secreta con la muchacha, me contaban todos los pormenores de la relación y por 1000 pesos más les escribía un poema.
Con las semanas me llené de pedidos de estudiantes de todos los cursos, fue un trabajo que realicé hasta que me gradué de secundaria, tuve que leer mucho para poder inspirarme, la Bibliotecaria se convirtió en mi cómplice, me dejaba escribir las cartas en su oficina con la excusa de que me necesitaba para llenar las fichas de los libros prestados por las estudiantes, las monjas eran bastante estricta, estar de novios era absolutamente prohibido, escribir cartas de amor y que te la consiguieran eran causal de expulsión. 
Mi abuela era la encargada del depósito de comida de las estudiantes internas, así que obviamente yo tenía acceso a las llaves de todo el colegio, así podía dejar las cartas en sitios estratégicos para que las enamoradas revisaran cada palabra antes de ser enviada, nunca me rechazaron un pedido, a tal punto que muchas me decían "Ya tu sabes cómo le escribes a él" Así que en mi próspero negocio de cartas de amor por encargo, se tejieron muchas historias de amor y otras de desamor, 3 clientes (las más fieles) se casaron con sus novios del colegio, lo que las 3 me advirtieron más adelante fue que ellos nunca supieran que era yo las que la escribía, a cambio me llevaban a sus viajes a la playa, y me eligieron como la mejor amiga de todo el colegio por votación unánime, lo que las monjas no sabían era que todas en el colegio me debían algo y sino era en ese momento nadie querría dejar de recibir mis servicios más adelante.
Cómo nunca he sido tímida, no me daba pena ir al colegio de Hombres y acercarme a la portería para conseguir a alguien que hiciera llegar las cartas a los caballeros. Esperaba que las recibieran y ellos se acercaban a darme la respuesta verbalmente.
La entrega de respuestas se daba a las 5:00 de la tarde cuando todas la internas eran conducidas a la misa de la tarde, me sentaba en la panadería de los Posada a espera que el séquito de monjas precedieran la procesión, así me ponía detrás de todas para "entrar a misa" y pasarle a María Eugenia las respuestas de los caballeros.
Una vez uno de los novios se quejó de que "debiera" estar presente en todos los encuentros, pero resulta que como era muy pequeña y muy bien "criada" la única manera de que a algunas las dejaran salir era si" la nieta de la Señora Flor estaba presente" entonces yo llegaba con la dama en cuestión, me compraban un helado y me iba a caminar por una hora, volvía puntual y la acompañaba a su casa.
Comí helado muchos años todos los días, menos los sábados y domingos que no era día de clases y ni por error mi abuela me dejaba salir de la casa ni a "hacer tarea"

Casualmente nunca me enamoré estando en el colegio como estudiante. (...) 
Continuara esta semana en Instagram :)

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