Esta es una historia de la vida real...
Recogió el sobre y por inercia miró a
todos lados intentando ver alguna pista acerca del culpable de las notas que
empezaron a llegar cada mañana a la puerta de su casa desde hace varios días. Con
la misma caligrafía que ya le resultaba familiar, leyó su nombre, en letra muy
pequeña, el solo tamaño de la letra revelaba la intención de esconderse, de
ocultar su identidad y seguir siendo el poeta anónimo que lograba causarle
palpitaciones en cada verso, cerró la puerta dándose por vencida una vez más,
“Logras despertar en mi, toda la valentía
que nunca antes tuve, me siento invencible, con ganas de conquistar el mundo,
de conquistarte a ti”.
Dobló el papel y lo apretó contra su
pecho, se sentía inmensamente feliz, habían sido días grises desde que se
cambió de ciudad, con el pasar de los meses empezaba a incorporarse a su nueva
realidad, no era fácil, le costaba sentirse alegre, ser la misma de antes, la
extrovertida, parecía que el invierno de afuera estuviese haciendo estragos
también en su interior, sin embargo todo empezó a cambiar con la llegada de las
notas anónimas, en el fondo de su alma sentía revivir bajo las cenizas de su
tristeza, la necesidad de conocer a la persona que con cada nota se iba
adentrando en su corazón.
Desde el día que Saúl conoció a Lucia
su vida entera había cambiado, Saúl jamás había creído en el amor a primera
vista, le parecía ilógico que alguien desconocido se convirtiese de un momento
a otro en parte de la vida de otro, pero desde el momento en que ella le dijo
su nombre y al descuido apretó su mano, era como si su existencia se hubiese
anclado a la de ella, a sus ojos café. No se sentía capaz de decirle que las
notas las escribía él, que se aprovechaba de la obviedad de ser vecinos para
que ella lo hubiese descartado como sospechoso, pero ya los meses habían
transcurrido y día tras día le fluían los versos para ella, esa mañana se
cruzaron por el pasillo y por unas fracciones de segundos estuvo cerca de ella
aspirando el halo que desprendía su cabello, de esa manera sintió todo el
coraje para revelar su identidad lo más pronto posible y entonces envió la
última nota anónima:
“ Por un instante a
tu lado vale la pena cualquier locura, vale la pena arriesgarse por estar cerca
de ti, al atardecer te espero en la azotea de este edificio, no faltes”
El espectáculo era más de lo que Lucia
hubiese podido imaginar, pequeños bombillas color rosa adornaban cada rincón,
pétalos estratégicamente sobre el suelo indicaban la ruta a seguir, una mesa en
el centro la esperaba engalanada con notas de todos los tamaños y colores,
entonces apareció Saúl, en ese instante todo se convirtió en magia, sus
miradas, sus sueños sus corazones, sus vidas se entrelazaron para siempre al
tomarse de la mano, Saúl sonrió y dijo: No
sé nada del amor, pero Te amo, y estoy dispuesto a aprender todo lo que deba
aprender con tal de hacer de tu vida lo que siempre has soñado, eres la razón
por la que me levanto cada día y toda mi existencia se resume a este instante
en el que me permites hacer parte de tu realidad.
El que se cansa pierde. 6D15
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