Yo también vencí el cáncer

octubre 12, 2015



 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Isaias 50:7



El cáncer provoca la muerte de unas 7.6 millones de personas cada año y se estima que para 2030 la cifra aumente a 11.5 millones, informó la Organización Mundial de la Salud (OMS). 
Cuando estaba entrando en mi adolescencia, ya tenía la mitad de mi carrera como docente adelantada, estaba feliz porque terminaría siendo bastante joven, por cuestiones de rutina, me sometí a unos exámenes médicos por un dolor fuerte que empecé a sentir en mi cuello, al pasar de los días mis ganglios empezaron a inflamarse de manera alarmante, entonces el resultado de la biopsia arrojo resultados devastadores: Células cancerígenas en los ganglios de la parte derecha de mi cuello.
Tuve que irme del país a someterme a un tratamiento intensivo durante días a la semana con el mejor oncólogo de Venezuela, en esa época la gente celebraba la llegada del nuevo milenio, con la expectativa del "Fin del mundo" para la mayoría no llegó, para mi el mundo como tal ya no existía.
Recuerdo el 2000 como el peor año de mi vida, los tratamientos extenuantes me tenían exhausta y con todas las ganas del mundo de darme por vencida. 

Finalmente el cáncer ya estaba en el último estadio  y  el Doctor determinó como solución someterme a una operación para extirpar los ganglios, 15 de septiembre del 2000 la fecha que marcaba la diferencia entre la vida y la muerte, hasta ese momento yo había renunciado a verme en el espejo, solo palpar con mi mano la parte derecha de mi cuello y sentir esos tumultos inmensos que me dolían aun sin tocarlos me tenían en una depresión que me arrancaba cada día las ganas de seguir viviendo  mi adolescencia en el piso de oncología de esa clínica. Llegó la fecha de la operación, había estado sometida toda la semana a drenajes inhumanamente dolorosos, con tubos conectados a mi cuello por horas, cuando el Doctor Ramírez entro con su inolvidable mostacho a marcar la zona a operar, me dio vueltas en esa camilla como si fuese una pluma, y mientras murmuraba cosas que no entendía finalmente me preguntó: ¿Te hiciste algo esta mañana? Se reventaron unos ganglios y parece ser que no hay nada que extirparte, bueno creo que si has estado pidiendo a Dios un milagro, aquí lo tienes.


Fue una semana desconcertante, entre exámenes y biopsias el resultado arrojado era 0 células cancerígenas, todas esas circunstancias me confrontaron con todo lo que yo hasta ese momento era, con mis prioridades, por la fe que nunca tuve, por la búsqueda de algo que me diera razones para aprovechar esa nueva oportunidad.




Creo con todo mi ser que existe Dios, creo que cada quien tiene derecho a creer y a no creer en lo que quiera, pero también es un deber respetar lo que cada quien siente y piensa así no este de acuerdo, más de una vez me he encontrado con personas que cuestionan el hecho de que crea en Dios y de que asista a una Iglesia, pero yo se muy bien en que punto de mi vida encontré la razón para que eso sea así y es algo que no debato, porque simplemente fue algo que me marcó para siempre, y no solo físicamente por la cicatriz que llevo en mi cuello, sino porque fue algo que me enseñó que la vida es un ratico que no hay que desperdiciar el tiempo; A veces me he perdido y he sido una versión malévola de mi, he hecho daño, he mentido, me he equivocado, pero finalmente hoy me he confrontado a la realidad de que soy afortunada y de que a pesar de todo, estoy viva gracias a DIOS y pienso aprovechar cada día como si hubiese salido de ese quirófano hoy. 

Es solo cuestión de actitud, no tener nada, y tenerlo todo.

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