TE VA A DEJAR EL TREN.
Se apela a esta expresión
cuando se dejan pasar las oportunidades valiosas que la vida, a veces, nos
presenta. Por motivos obvios, se impuso luego de la aparición del ferrocarril,
medio de transporte fundamental para cubrir largas distancias por suelo firme
antes de la irrupción del automóvil. Perder el tren era cosa grave, pues el
próximo tardaría demasiado en pasar por ese mismo lugar para darnos una nueva
oportunidad de viajar. Hoy el tren ya no es lo que era, pero la frase aún goza
de mucha vigencia. [1]
Los tiempos han cambiado y los ideales de hace 50
años atrás ya no son lo mismo, sin embargo en cualquier parte del planeta en la
que te encuentres si aún no te has casado y ya “estés en la edad” la gente suele
mirarte con asombro o incluso un poco de lastima.
Como si estuvieses rota y te hiciera falta
reparación, la gente empieza a fijarse en el hecho de que tu incubadora de
bebés puede estar a punto de estropearse, ¿Por qué? ¿Por qué? Una larga
letanías de preguntas que justifiquen el hecho de que a diferencia de tu abuela
a tu edad, no andes desesperada por casarte o mejor aún que eso no sea una
prioridad en tu vida.
Las preguntas a partir de
los 30 suelen aumentar en exceso sobretodo porque en el imaginario colectivo
esa es la edad límite para que un vestido de novia no se vea ridículo o para
que los ovarios dejen de ser tan fructíferos como en años pasados,
personalmente me cuesta entender que deba darle explicación a alguien de la
razón por la cual no estoy aun casada y con media docena de hijos.
No sé porque a mucha gente se le hace difícil
creer que la felicidad no depende del estado civil ni de la cantidad de hijos
que tengas, que hay casos en los que la
felicidad es irse de un lugar otro, apoyar causas sociales, hacer
voluntariados, conocer gente nueva o simplemente tomar un autobús o avión
e irse lejos.
La libertad de ser y de escoger es algo que nos
pertenece y no es transferible, ninguna persona puede decidir por mí. Todos no
tenemos los mismos calendarios, en mi caso casarme no es por ahora una
prioridad y lo más chistoso es que las personas que en realidad me conocen como
mi madre y mi hermana saben que nunca he soñado con ser mamá, no niego que algún
día pueda llegar a serlo pero no es algo que me quite el sueño o la paz.
Hay que dejar de pensar
que lo que quiero para mi es lo que otro también quiere, simplemente los
tiempos han cambiado y ahora somos más conscientes de nuestro poder de decisión
frente a los deseos de los demás, que cada quien sea feliz a la manera que
desee, lo merecemos.
Es solo cuestión de actitud, no tener nada, y
tenerlo todo.
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