Cuentos de amores y desvelos, parte II Noctámbulos

agosto 04, 2015

La primera vez pensó que se trataba de una feliz coincidencia, su compañera de habitación Sara resultó siendo líder del grupo de debates al que Camilo pertenecía, así que cuando tomó el teléfono y escuchó su voz al otro lado de la bocina sintió una emoción nada natural en ella; Terminaron hablando toda la noche sin darse cuenta de lo rápido que el tiempo pasó, hablaron de sus respectivas ciudades, de sus familias, preferencias, sueños, etc. Se volvió un ritual de todas las noches, ambos llegaban a clases a los otros días noctámbulos, con ojeras, agotados pero con una sonrisa delatora en los labios, al pasar de las semanas se habían contado todo, la complicidad de la que disfrutaban contándose las cosas del día a día terminaron por acercarlos de muchas maneras.


Mariana prefería presentar ensayos en vez de exponer, no trabajaba en grupos, no salía nunca de casa, era feliz pasando las tardes en la biblioteca de la facultad en vez de salir como todos sus compañeros, le aterraba pensar que Camilo se aburriera de ella si la viera como la veían sus compañeros, como un ratón de biblioteca al que no le gustaba divertirse, así que la primera vez que le dijo –Quiero verte- sintió como sus piernas flaqueaban y la invadían unas ganas estúpidas de llorar.

-Quiero verte ¿Tu no me quieres ver a mi?

- Claro que quiero verte, pero no sé si sea lo mejor.

- Vamos, ¿A qué le tienes miedo?

- A que no te guste…

- Eso es irreversible, ya me gustas.


Mariana no estaba preparada para tanta sinceridad de parte de él, en ese momento quería llorar, se sentía vulnerable, frágil, como si su cuerpo entero estuviese hecho de vidrio y estuviera a punto de caer al vacío, no sabía que decir, y tenía mucho miedo.

-¿Por qué te quedas callada, tan terrible te parece que nos veamos cara a cara?

-No me parece terrible, simplemente no sé si cuando me conozcas te guste… No suelo gustarle a la gente.

-Yo no soy toda la gente y lo sabes, tenemos 5 meses hablando por teléfono, ya el semestre está a punto de terminar, creo que ya te conozco lo necesario, veámonos mañana, en el jardín que está frente a la biblioteca principal, 3:00 p: m no faltes.- y colgó.

Eran las 2:30 de la tarde y sus pies seguían pegados al piso, estaba perdidamente enamorada de Camilo, pero ¿Y si él no? ¿Podría soportar ser su amiga por siempre? No era una chica valiente como la de las historias que solía leer, le tenía miedo a la lluvia, a cruzar calle, a los sapos, a la oscuridad, al amor más que a todo. El tic tac del reloj la estaba volviendo loca, la hacía sentir más cobarde cada segundo que pasaba, de repente recordó una pregunta que leyó en uno de sus libros favoritos ¿Qué harías sino tuvieras miedo? Entonces corrió como nunca en su vida, le faltaba el aire, las piernas se le doblaban del frió, estaba totalmente aterrada y al cruzar la esquina, lo vio, él se levantó y se acercó a ella, la abrazó y la besó.

No había palabras que decir, se habían dicho todo lo que necesitaban saber, era evidente que no podían vivir el uno sin el otro, el daba un paso y ella gravitaba a su alrededor como los planetas alrededor del sol, ella sonreía y él quedaba inmóvil mirándola, desde el ventanal de la biblioteca se podía ver el cuadro completo, una pareja de enamorados a todo color, una fotografía exacta de lo que debe ser la felicidad.

El que se cansa pierde. 6D15

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